La frase

La felicidad es darse cuenta que nada es demasiado importante. (Antonio Gala)

lunes, 1 de diciembre de 2008

El altruismo, gran fuente de satisfacción

En general, los estudios muestran que la felicidad se correlaciona con "beneficios tangibles en muchos ámbitos de la vida", ha escrito Sonja Lyubomirsky, de la Universidad de Stanford. Más probabilidades de estar casado y menos de divorciarse; más amigos y mayor soporte social; más creatividad y productividad en un trabajo de más calidad y bien pagado; más actividad y energía vital; mejor salud mental y física; capacidad de autocontrol, e incluso más longevidad.

Además, "la gente feliz no es egoísta; la literatura sugiere que tienden a ser más cooperativos, caritativos y centrados en los demás", dice Lyubomirsky. Pero esto no basta para sacar conclusiones sobre la fórmula del bienestar vital, para empezar porque no es posible saber si se está más feliz por estar casado o a la inversa. Es decir, hace falta diseccionar a la felicidad más y mejor en el laboratorio.

Los investigadores lo están haciendo, con resultados curiosos. Varios trabajos sugieren que la felicidad que los individuos declaran cuando se les pregunta cómo se sienten es muy influenciable por factores intrascendentes, como la formulación de las preguntas o el que se acabe de tener una experiencia buena o mala.

Así, Kahneman pide a los sujetos que asignen un grado de felicidad a cada una de sus acciones diarias, reviviéndolas, y no sólo dando un valor global. Con este método realizó y publicó en Science un trabajo con casi un millar de mujeres que declaraban cuán satisfactorias eran sus actividades: el sexo y salir con amigos y relajarse ante la tele figuraban muy alto en la lista, mientras que dormir poco y una agenda laboral muy apretada eran lo más desagradable.

De nuevo, familia y amigos se revelan importantes, pero no el dinero (cubierto lo básico). Y éste no es el único resultado antiintuitivo. Hay más, como que pacientes operados de cáncer puedan sentirse más felices que personas sanas; que víctimas de accidentes muy graves declaren niveles altos de felicidad, o que personas que han ganado la lotería no sean, poco después del susto, más felices que el común de los mortales.

En los genes

RAFO>La explicación podría estar en los genes. Varios estudios con gemelos indican que hay una especie de nivel permanente y personal de felicidad, al que pasado un tiempo todo el mundo tiende a volver pase lo que pase, o casi. Un trabajo con 4000 parejas de gemelos sugirió que el sentimiento de bienestar con la propia vida es genético en al menos un 50 por ciento.

Otro resultado antiintuitivo: genera más felicidad gastar dinero en los demás que en uno mismo. Lo demostró un trabajo de Elizabeth W. Dunn, de la Universidad British Columbia, en el que se daba dinero a voluntarios, se les instruía sobre cómo gastarlo y se medía después su grado de satisfacción personal.

Este resultado coincide con otros en que la mayor felicidad se correlaciona con acciones de ayuda a los demás. El altruismo, concluyen los investigadores, pone sobre la pista de la felicidad mucho más que la búsqueda del placer.

Pero si el dinero no da la felicidad y el placer personal tampoco, ¿por qué la sociedad actual parece concentrarse en esos factores? ¿Hay un desenfoque generalizado? La causa podría ser un fenómeno ilusorio que Kahneman describió, en Science y otras publicaciones, en 2006. "Cuando la gente considera el impacto de un único factor en su bienestar -como los ingresos, pero no únicamente-, es propensa a exagerar su importancia; llamamos a esta tendencia ilusión de foco. Esta ilusión puede ser fuente de errores en la toma de decisiones importantes", ha escrito este experto.

Este fenómeno tampoco ayuda a estimar la felicidad de los demás. "A todo el mundo lo sorprende lo felices que pueden ser los parapléjicos", ha dicho Kahneman. "La razón es que no son parapléjicos todo el tiempo. Disfrutan de sus comidas, de sus amigos. Leen las noticias. Tiene que ver con dónde se pone la atención."

Todos estos experimentos tienen un objetivo final: ayudar a mejorar el grado de felicidad personal. No es una utopía, dicen los investigadores. Los genes, al fin y al cabo, dejan un 50% de espacio a la autoexperimentación. Se puede empezar por estas Navidades: pedir menos a los Reyes y ser, en cambio, más generoso...